El gimnosofista Harleyb, durante una noche de
insomnio, y no teniendo qué hacer, imaginó la vida de un personaje al que llamó
Williamson por su vida dedicada al estudio de la genealogía vikinga. Escribió acerca de
su nacimiento en Borlänge, su infancia y adolescencia en el condado de
Dalecarlia, en la Suecia central. Escribió sobre su fracaso escolar motivado
por el ansia precoz de estar junto a su novia todo el tiempo, de su trabajo sin paga alguna en
oficios varios. Con lujo de detalles mecanografió esa larga noche. No omitió su
segunda “pelea” callejera al salir del colegio, pelea que Williamson nunca
olvidaría gracias a que nunca supo por qué su compañero, sin más ni más, lo
instó hacerlo y él tan solo se quedó paralizado por el miedo causado por los dos primeros
puñetazos que recibió. Describió su nuevo puesto como botones en un motel en las
afueras del área urbana; y sobre su enlace con una de las más solicitadas hijas
del administrador del hotel de alegres luces rojas, que le proporcionó un
desahogo económico gracias al cual pudo hacer realidad su sueño infantil de
viajar desde allí hasta donde pocos se aventuran: al desierto
sahariano, la derretida antártica, la selva amazónica, los legendarios desiertos en las
antípodas y las alta cumbre de Nepal. En el Techo del mundo, encontró una
muerte gloriosa al despeñarse cientos de metros en un intento de ayudar a un
alpinista con quien se hundió entre los sonidos del silencio y la enceguecedora luz
de una verdad que allí nunca estuvo como le aseguraron en muchas agencias de
viajes. Fue encontrado por uno de los sherpas de las montañas nepalesas, quien
lo inhumó en el cementerio de su aldea y puso una fría lápida que decía: “Aquí yace
el hombre que nunca lo paralizó el miedo”.
El gimnosofista escribió su “Vida del errante
Williamson” en aquella única noche y la publicó en las redes sociales que
apenas conocía. El escribano cobró cierto éxito de la crítica especializada y, por
supuesto, en ventas. Tiempo después, durante otra de sus noches de insomnio,
recibió una visita sorprendente: un desconocido que dijo llamarse Williamson, que
al verlo se paralizó al encontrarlo a esa hora en su villa, y le preguntó acerca de las fuentes
de su libro. Harleyb solo atinó a responderle que todo el texto era fruto de su
imaginación nocturna y que siendo él su personaje, no le debía nada. El visitante
respondió que todo el compendio era su biografía exacta y que en aquel momento
se encontraba inmerso en la preparación de una expedición a la Hindú
Kush-Himalaya (HKH). Que estando en los preparativos había leído el libro de un gimnosofista único de su clase y que se encontraba turbado. Esa fue la única vez que se vieron los
dos hombres porque el escalador falleció en aquella montaña intentando ayudar a
un gimnosofista que había fracasado en su intento de ser un auténtico escalador.
Harleyb sigue padeciendo insomnio y sigue creando semblanzas imaginarias pero ya no las escribe, me contrató a mí
como su escribiente en ciernes.©Guillermo A. Castillo
Muy bueno. hay vidas ficticias que merecen ser escritas, y reales que hay para dejar que acumulen el polvo. Muy interesante, Guillermo. Me ha encantado
ResponderBorrarUn abrazo y por un sábado genial y con musas al lado. Desde este lado del mar, te deseo lo mejor, hoy también
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrar