domingo, 31 de marzo de 2019
miércoles, 27 de marzo de 2019
Uno de mi calle me ha dicho (III)
Las
veintiocho historias contenidas en el libro, acontecen en un lugar común y cada personaje registra su
historia como buenamente puede; luego la encubre, con la confianza de que, con
el paso del tiempo, la descubra alguien que sea capaz de entender que fue
cierta. Es lo James Joyce llamaba la «pesadilla» de la historia.
Estrategia de lectura:
Eres libre de empezar a leer este libro por donde quieras y en el momento en que desees hacerlo.
Tu pedido a nivel nacional a:
guillermoacastillo@gmail.com
sábado, 23 de marzo de 2019
La desconocida
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Habrá quien piense que es una
exageración, pero allá cada quien con su cada cual. Lo cierto es que desde hace
mucho tiempo circula por estas calles una imagen que muchos tenemos
grabada. Es un rostro que afirmamos haber visto en algún lugar, así no recordemos
ni dónde ni cuándo lo vimos. Poco o nada sabemos de ella, solo que la
encontraron una tarde ahogada a orillas del Sena. Nadie sabe sobre su vida
porque ni a la señora Historia se le ha llegado a escapar la más mínima
información sobre la mujer. Lo que sí le puedo asegurar, es que a ella, como a
la Gioconda, lo único que le quedó grabada es esa sonrisa seductora que nos hace
fabular a todos por igual.
Verá, cuando llevaron a aquella fluvial
Mona Lisa a la morgue, justo detrás de Notre Dame, un sitio sepulcral y oscuro
donde apenas arden unas linternas y se mueven las más siniestras sombras sobre
los cuerpos allí alineados durante el día, la gente quedó asombrada por su
belleza, al punto que el médico forense mandó a llamar a un moldeador para que
inmortalizara su rostro. Por eso la gente suele fantasear sobre el
pasado de la ahogada que sonríe de manera engañadora como si supiese por
qué lo hace. Yo también me río. ©Guillermo A. Castillo.
miércoles, 20 de marzo de 2019
Si el amor deja
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El amor se encontraba caminando
por una calle. Le movían los corazones tatuados que se adueñan de los recios brazos
de los marineros. Era un amor de donde viene el viento, con labios carnosos y
alma de nitro. Demarcado con el deseo, por un lado, y por otro, la pretensión
de ser único aunque la gente no lo vea. También se encuentra el amor en la palabrería
de los pescadores cuando bogan hacia la mar. Simón, que a su edad, no le había
hecho ninguna lisonja al amor, por insondable y misterioso, se devanaba el
ánimo y los sesos por iniciarlo con una de esas mozas que, en aquel puerto, vienen
y van buscándole la sal a la vida. Y un buen día, el azar del destino le llevó
al lado de aquella morena que se contoneaba. Fue entonces cuando de la
palabrería circundante se escuchó: «Todas las tragedias concluyen en una
muerte; todas las comedias terminan en un matrimonio».©Guillermo A. Castillo.
miércoles, 13 de marzo de 2019
Uno de mi calle me ha dicho (en clave II)
Libro que contiene veintiocho historias cortas, cuyos
personajes aman, así les cueste, así les
duela porque los pueden dejar vacíos. Ellos buscarán la felicidad sin saber dónde, pero
sabiendo que tienen un motivo.
Estrategia de lectura:
Disfruta leyéndolo porque lo que importa es su esencia, no sus coordenadas.
Haz tu pedido a nivel nacional a:
guillermoacastillo@gmail.com
guillermoacastillo@gmail.com
domingo, 10 de marzo de 2019
Uno de mi calle me ha dicho (en clave I)
Es un libro de cuentos cortos o de veintiocho historias,
cuyos personajes a lo largo de ciento noventa páginas, que alentados por el
abatir de sus infortunios demuestran su ánimo, y que sin más diferencia que su
carácter, son iguales a todos los seres humanos, así los engañe su propio
juicio.
Estrategia de lectura:
¡Solo te queda disfrutar del libro leyéndolo!
sábado, 2 de marzo de 2019
Acción provocada
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De
todas las mujeres prefiero las de cierta experiencia, no las experimentadas.
Por eso me fijé en Flor Marina, no solo por su belleza, también por su
inteligencia y por su madurez.
Fue
su inteligencia, derivaba de la razón, la que me cautivó. En cierto modo, su
inteligencia, sin quererlo, es la que opaca a todas las demás.
Flor
Marina andaba entre cuarenta y tantos, aunque con facilidad se puede confundir
con una de treinta si pasas por su lado en un lugar cualquiera de esta ciudad.
Ella
luce siempre radiante, dispuesta a una sonrisa para suavizar tus duras
facciones bajo el ardiente sol de una tarde de verano.
Cuando
la saludo, siempre me contesta, y yo, me le aproximo con el pretexto de hablar
sobre su moto eléctrica, pero Flor Marina se sabe sonrosar porque de motos solo
sabe cómo conducirlas. Y yo aprovecho para preguntarle cuando me enseña.
Flor
Marina me explica que es como montar en bicicleta, que lo esencial es mantener
el equilibrio y frenar justo en el momento oportuno. Pero le advierto que para
un desenfrenado como yo, no hay freno que sirva.
Reímos.
Ella lo hizo con una intención que interpreté diferente a lo que su vivacidad
le permitía. De todos modos, ella sabe que me gusta, y yo sé, que no le soy
indiferente.
Flor
Marina forma parte de mi vida cada vez que pasa por mi calle. Justo es el
momento que me dispensa para distinguirla con un piropo, como razonable es para
ella decirle a mi esposa que me estoy pasando de coqueto.©Guillermo A. Castillo.
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